
Cuando yo era niño, jugaba a que era inventor. Bosquejaba planos y dibujaba una maquina prodigiosa por donde entraba tierra y arcilla y al pasar por esta máquina todo ese lodo se transformaba milagrosamente, mágicamente en oro. En mi imaginación, ese lugar donde todo es posible, este invento me permitiría repartir ese oro entre mis más queridos y los más necesitados.
Cuando tuve que escoger la carrera universitaria que me formaría como profesional, escogí Ingeniería Química, pues es lo que más se me parecía a la carrera de inventor, esa que me permitiría algún día crear esa máquina maravillosa. Estudiar Ingeniería química, me abrió al mundo de las ciencias, de la razón, en donde toda creación nace de fórmulas, cálculos, números. Fue maravilloso para mi formarme como ingeniero, profesión donde se estudia a través de modelos matemáticos que todo efecto tiene una causa y toda causa genera un efecto.
Pocos años después de haberme graduado y ya titulado, se me presentó la oportunidad de diseñar y construir mi maquina mágica, una que sea capaz de transformar aguas residuales de una empresa láctea en aguas que no sean contaminantes y amigables con ríos y mares.
Qué recuerdos tengo de esa primera experiencia de hace más de 25 años, todos los errores que cometí y que inevitablemente se transformarían en aprendizaje y crecimiento.
Mi camino profesional continuó, diseñando y creando esas maravillosas maquinas que transforman agua contaminada en agua inofensiva para con el medioambiente.
Entonces sentí, al igual que siento hoy, que esa es mi pasión mi manera de servir a mi comunidad.
Hace algunos años en uno de los proyectos que me encargaron, uno de los retos era eliminar del agua contaminada altos valores de nitrógeno y fósforo. Compuestos que requieren de costosa infraestructura para su remoción.
En ese momento cuestioné, de donde vienen esos valores tan altos y perjudiciales para los ríos y mares. La respuesta era obvia, detergentes y desinfectantes fosforados y nitrogenados.
Fue entonces cuando junto a mis hijas Andrea y Daniela, formadas profesionalmente en comunicación y marketing, decidimos formar HOGAR VERDE, una empresa que formule y fabrique detergentes amigables con el ambiente.
La experiencia ha sido maravillosa, puesto que, pese a nuestros caracteres diferentes, nuestra brecha generacional y tecnológica, nuestra diferente formación profesional, nos une un solo objetivo, servir al medioambiente mediante la creación de productos ecológicos amigables.
Hoy me siento satisfecho y complacido puesto que cada día veo como HOGAR VERDE crece de la mano de esta maravillosa generación de clientes de nuestros productos, que están muy comprometidos con el medioambiente, con la naturaleza, con nuestro planeta, con nuestra casa grande.

Ing. Alex Torres
CEO ISA Ingeniería y Servicios Ambientales
CEO Hogar Verde